No hay vuelta atrás
Bajo un cielo carbonizado que rezuma ceniza dos niños corren alrededor de una torre de piedra con un perseguidor anónimo que apenas y pisa sus talones. Uno de los mocosos encuentra un asidero en la fría piedra e inicia el ascenso, rápido y determinado, mientras el otro se escabulle en un agujero segundos antes de ser avistado por el hombre sin rostro, quien en su desesperación desobedece órdenes y da un vistazo al cielo que parece venírsele encima, y es así como descubre al primer niño. Se acerca a las paredes de la torre y lo sigue en su subida, no muy lejos pero tampoco demasiado cerca. El pequeñuelo, a pocos metros de la cima, y con pleno conocimiento del nuevo rumbo de su acosador, acelera el paso y comienza a gritar con todas las fuerzas que consigue invocar. En ese mismo momento, a kilómetros de distancia, en lo que parece ser una biblioteca, un estudiante espera su turno para ser atendido por una de las encargadas mientras un par de amigos que ve por primera vez en años lo saludan sin sonreír.
De nada sirve correr y esconderse, tarde o temprano serás atrapado.
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