Contemplaciones
La mezcolanza entre paisajes no podía ser vista como nada menos que otra peculiar añadidura a este ya absurdo viaje. Pasado y presente combinados engalanadamente intentaban expresar dos sensaciones no del todo distintas y a la vez aturdir al viajero con imágenes incoherentes que solo podían hacerle llegar a la desestimada conclusión de que debía estar soñando.
Como todo aventurero con un poco de garbo, un viejo amigo tomaba el puesto de escudero sin necesariamente cargar objeto alguno ni quedar relegado a un puesto inferior al aventurero mismo. Juntos habían decidido emprender una búsqueda antes de que sus pasados crímenes los hubiesen obligado a elegir una huida en contraposición, aunque ambos sabían casi a la perfección que no tarde los buscados serían ellos.
Viajero y escudero, amigos al fin y al cabo, tenían un largo camino por delante. El único problema con el que irremediablemente se toparon, luego de días a la deriva en esta cascada de colores bizarros, era que sus pasos iban delante de ellos, y como todo ser humano que escapa de su destino, estos fueron completando el círculo y los llevaron a donde la aventura comenzó. La horca saludaba a la distancia.
Podrás mirar atrás, pero el cuerpo empuja hacia adelante.
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