Un minuto de silencio incómodo

Ayer me di cuenta de que no podré asistir a la boda, por eso hoy acompaño a tu familia al cementerio de flores y desentierro la más grande, una celeste bastante parecida a un tulipán, con la intención de regalártela como disculpa. No diré que el tiempo que hemos pasado juntos no ha sido maravilloso, que estos años no han sido los más felices de mi vida porque te he tenido a mi lado o que me has ayudado en convertirme en un mejor ser humano. Pero lo cierto es que no puedo seguir viviendo una mentira, y el casarme contigo no sería justo para nadie. Eres fea, aceptémoslo, y aunque dicen que al final lo importante no es lo físico, temo que para mí lo es, siempre lo fue. Por eso me despido y te deseo una buena vida. Adiós.


El amor no es ni ciego ni miope, sino astigmático; y a veces daltónico.

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