Gracias por salvarme la vida otra vez

Por fin sentía que su vida estaba bien encaminada, estaba cumpliendo cada uno de sus sueños y sentía que las cosas en adelante irían mucho mejor. Sin embargo, sabía que faltaba algo. Un pequeño vacío en sus entrañas le hacía notar que no todo estaba resuelto, pero creía que no tenía forma de hallar la respuesta que buscaba al problema que se presentaba como único bloque entre ella y la felicidad absoluta. Y se vio confrontada con esta realidad de la manera perfecta.

El mes pasado se había dedicado a consumar metas, viajar por el país y conocer gente nueva, y buena parte de éste quería usarlo para dejarse llevar por sus anhelos inmediatos. Con esto en mente, y por recomendación de una buena amiga, decidió hacerse un tatuaje. Fue al lugar que le mencionaron, pasó casi dos horas sometiéndose a un dolor que no le pareció tan fuerte como creyó en un principio, y consiguió un adorable par de alas tatuadas en la espalda.

Luego de pagar por el servicio, muy satisfecha consigo misma, salió a la calle y, mientras imaginaba lo que dirían todos sus conocidos, vio a lo lejos, casi a dos cuadras de distancia, que un bus lleno de pasajeros perdía una de las llantas delanteras y se volcaba sobre el asfalto. Sin pensarlo ni un segundo corrió hasta el lugar del accidente, se hizo paso entre los carros detenidos y la gente curiosa, trepó por uno de los lados del autobús y trató de sacar por una ventana a la primera persona que vio, una pequeña niña llena de magulladuras en la cara y apenas consciente.

La sujetó de los brazos al mismo tiempo que otro accidentado la empujaba hacia afuera y consiguió sacarla tras mucho esfuerzo. Bajó del bus con ella, la llevó hasta la acera y la abrazó sin poder contener las lágrimas. La niña, todavía conmocionada, le dirigió una mirada seria, posó ambas manos sobre sus mejillas y dijo "no desperdicies tu vida al lado de alguien que no amas, la persona con quien realmente quieres estar podrá no sentir lo mismo que tú, pero no por eso debes buscar socorro en el primero que esté dispuesto a darte cariño". Y mientras fue cerrando los ojos creyó escucharle decir "gracias por salvarme la vida otra vez".


La respuesta a nuestra mayor inquietud puede residir en el lugar menos esperado.

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