Día mundial del dedo pulgar

La primera vez que conseguí un trébol no fue de cuatro hojas como deseaba, sino de seis. Como quería impresionar a mis amigos con el gran descubrimiento tomé la decisión de arrancar dos de las seis, de esa forma podría decir que había encontrado un trébol de la suerte que, no contento con tener solo cuatro, había hecho espacio para más hojas. Sin embargo, una vez que hice esto, entendí cuán tonto me estaba comportando. Dejé el trébol en el lugar donde lo encontré, agradecí al duende que me guió hasta allí y, mientras regresaba a mi casa, me dije que de nada sirve un amuleto de la suerte si no se tiene amigos a quién enseñárselos. Sin olvidar que no creo en la suerte.

Las oportunidades escasean; ¿por qué dejarlas pasar?

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