Palabras perdidas

Anoche volví a verte en mis sueños, allá a lo lejos, siempre distante, siempre indiferente. Pero esta vez la casualidad cruzó nuestros caminos y te vi llegar y tomar asiento a mi lado. No tuve más opción que tragar las palabras que tanto deseaba pronunciar ante tus miradas perdidas y la clara incomodidad que suponía encontrarnos después de tantos años, dejando que el familiar silencio ahogara nuestros pensamientos una vez más. Sin embargo, en medio de mis gritos silenciosos, descubrí que la casualidad nada tuvo que ver con este encuentro. En un pequeño pedazo de papel escribiste algo que no vi, lo doblaste en dos y, armada con tu usual confianza, te acercaste a mí y lo guardaste en el bolsillo de mi pantalón, tan sutilmente que quedé paralizado. Pronto volviste a alejarte; pronto volviste a desaparecer. Y fue entonces que desperté. Salté de la cama y comencé a buscar el papel en cada uno de mis pantalones, un papel que, sabía bien, no era más real que mi desesperado anhelo por hallarlo; una nota tuya por la que había esperado tanto y que jamás podría leer. A pesar de todo, seguiré buscando.

"La esperanza es lo último que se pierde".

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