Mesa para cuatro
Ya llevaba media hora desencantado con la conversación que mantenían algunos de sus amigos, sentados alrededor de una de las mesas de la fiesta a la que habían ido. La música, en su mayoría canciones que le desagradaban, sonaba con demasiada fuerza, lo cual volvía todo intento de atender a lo que los demás hablaban virtualmente fallido. Por ello había dejado de intentar. En un inicio se contentó con observar a las dos chicas que ocupaban su mesa, ambas tan feas que le era imposible no mirarlas. Esto le hizo pensar en una piscina vacía con baldosas de un color celeste en particular que le causaba náuseas, y en cómo de chico casi se ahogó tratando de aguantar la respiración por más tiempo del que era capaz. Luego se fijó en los dos amigos que lo acompañaban, empecinados en impresionar a las chicas feas, desesperados por conseguir siquiera un beso o de repente un par de toqueteos inapropiados. Creyó escucharlos mencionar algo sobre correr tabla, aunque pudo haber sido "comer caca...