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Showing posts from May, 2010

Un minuto de silencio incómodo

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Ayer me di cuenta de que no podré asistir a la boda, por eso hoy acompaño a tu familia al cementerio de flores y desentierro la más grande, una celeste bastante parecida a un tulipán, con la intención de regalártela como disculpa. No diré que el tiempo que hemos pasado juntos no ha sido maravilloso, que estos años no han sido los más felices de mi vida porque te he tenido a mi lado o que me has ayudado en convertirme en un mejor ser humano. Pero lo cierto es que no puedo seguir viviendo una mentira, y el casarme contigo no sería justo para nadie. Eres fea, aceptémoslo, y aunque dicen que al final lo importante no es lo físico, temo que para mí lo es, siempre lo fue. Por eso me despido y te deseo una buena vida. Adiós. El amor no es ni ciego ni miope, sino astigmático; y a veces daltónico.

Rebelde sin ganas de fastidiar

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El problema comenzó cuando uno de los participantes dio la vuelta y amenazó a quien iba detrás de él por haberlo insultado. Al principio, sumido en una rabia tremenda, discutió con el trasgresor sobre lo que era correcto y cómo el acto que acaba de realizar había manchado no solo su alma sino la de todos sus antepasados. Como no vio que sus palabras le afectaran, se dejó llevar por la fuerte emoción del momento y se lanzó contra él, lo derribó y lo dejó noqueado tras asestarle unos cuantos golpes. Al rato, un tanto más tranquilo pero aún molesto por la injuria, decidió que lo mejor sería no perder tiempo lamentándose y realizar el ritual de purificación para el que estaba ahí como tantos otros. Sabía, como el resto, que debido al reciente insulto esta ceremonia se alargaría un par de horas más de lo esperado pues ahora tendría que ser purificado él también. No tenía idea de quién había determinado que pisar la sombra de otro equivalía a maldecirlo, pero la dificultad no recaía en ...

El borracho y el ciego

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¿Qué es lo peor que me ha pasado en una fiesta? Pues deja que te cuente. Fui invitado a la celebración por el cumpleaños de uno de mis compañeros de trabajo, y como no quería ir solo le pasé la voz a Sebastián, mi amigo ciego. La casa estaba en una zona de la ciudad a la que ninguno de los dos había ido antes pero que conocíamos bien por la mala reputación que había ido ganando al ser constantemente mencionada en las noticias. Esto no me asustaba en lo absoluto, pues mi compañero de trabajo aseguraba que era un lugar más seguro de lo que profesaban. Sebastián y yo llegamos sin perdernos gracias a la gran cantidad de luces, al fuerte sonido de la música y a la enorme masa de personas que veíamos frente a la casa. Saludé a quienes conocía, nos sirvieron tragos y pronto estuvimos sentados con dos chicas en un sofá. La verdad es que no recuerdo lo que nos decían, yo solo me servía una cerveza tras otra mientras las miraba con creciente excitación. No estoy seguro a qué hora sucedió o c...