El peso del saber
Pasé años buscándome, tratando de entenderme, intentando determinar cómo encajaba en el mundo, y qué gran designio me estaba determinado. Cuando comprendí que uno mismo es quien hace su camino, que nadie más que uno le da sentido a su existencia, empecé la vertiginosa e ineludible aproximación hacia el autodescubrimiento de mi persona. Y así, poco tiempo después, y no sin gran esfuerzo, di con mí mismo. La sensación de saberme, de al fin conocerme, de encontrar mi lugar, fue exorbitantemente satisfactoria. Por semanas anduve extasiado, feliz conmigo y con el mundo, seguro de que nada nunca más se sentiría así de bien, que nada jamás podría derribarme otra vez. Desgraciadamente, estuve equivocado. Este conocimiento no llegó exento de nuevas y profundas preocupaciones. Mi posesión más valiosa se había convertido en la fuente de mis más grandes miedos; ahora que poseía el saber más importante de mi vida, temía por su pérdida. ¿Qué sería de mí si dejaba de conocerme? ¿Perdería mi id...